No sé qué busco en la vida, sólo sé que busco algo, y que no lo encuentro.
Hace tiempo que me doy cuenta de que mi problema puede ser que nunca lo encontraré. Mi insaciable ambición me lleva a resistirme a aceptar que la vida es esto, que no hay nada más. Nunca me he rendido ante nada. No quisiera rendirme ante la vida, ante todo. Pero quizás me equivoco, quizás debería resignarme, dejar de buscar...Pero no puedo.
Durante muchos años he buscado gente. No personas cualesquiera, sino esos seres maravillosos, infinitamente interesantes que hacen que cuando los conoces el mundo se pare y algo dentro de tí grite "Eureka!"...
Cuando los encuentro, siento que los estrujo, intentando empaparme de ellos, absorviendo cual esponja cuanto de ellos emana...Les admiro tanto, que ansío saber todo lo que ellos saben, y me empleo de lleno en saciarme de ellos, conviriéndome en una vampiresa que en lugar de su sangre, chupara su cultura, sus pensamientos, y en el fondo, sus almas... A veces siento que les saco todo cuanto tienen, que les vacío por dentro... Me bebo sus palabras, y quiero enjuagar hasta la más amarga de sus lágrimas. Escucho sus silencios, lloro sus risas. Pienso en ellos aún sabiendo que ellos no se acuerdan de mi existencia. Adopto sus gustos: leo sus libros, escucho su música, me informo sobre aquello que les interesa, veo sus películas, me aficiono a sus series favoritas, aprendo sus juegos...con la esperanza de jugar algún día con ellos.
Cuando encuentro esa persona especial, me interesa todo sobre ella: quiero que me aporte todo, quiero succionar sus intereses en la vida, quiero en definitiva, conocerle... hasta conocerle más de lo que probablemente me conozco a mí misma.
Me he dado cuenta de que mi comportamiento es totalmente inusual hoy en día.
A nadie parece interesarle conocer de verdad a otra persona. Ni siquiera a los que nos rodean, a los que están a nuestro lado cada día, ni siquiera a los que están lejos, ni a nuestros "amigos", ni a nuestra familia.
A nadie parece interesarle conocerme.
Ahora doy un giro al timón.
He tenido la suerte de conocer grandes personas en mi vida. A todos ellos, les debo algo de lo que hoy soy. A muchos les debo libros, y ésa es una de mis más grandes deudas... Esas recomendaciones, esas lecturas que me han llenado tanto, no pueden pagarse sino con la misma moneda: las palabras. A todos, les he robado. Les he robado ideas, frases, amores, gustos, promesas... Les he robado sin piedad, hasta considerar propias algunas de esas pertenencias ajenas. Me han aportado todo, porque yo he adoptado todo, porque mi corazón era receptor, porque mi alma les recibía con los brazos abiertos.
Ahora, doy un giro al timón.
Ya no quiero recibir, quiero dar.
No quiero seguir buscando quien me pueda aportar algo, quiero que a alguien le interese lo que yo pueda aportar. Quizás no es mucho, pero precísamente ahí esta el milagro: quiero encontrar a quien mi pequeñez le baste, a quien mis menudencias le interesen...Quiero que me chupen la sangre, aunque no sea ni azul ni dulce... No quiero ser vampiresa, quiero ser víctima...
Ahora tengo un tesoro robado, robado a todos aquellos que pasaron por mi vida. Sólo espero que a alguien le atraiga este tesoro, hecho de pequeños retazos tomados de aquí y de allá, pero que el tiempo ha hecho ya totalmente mío. Pues ahora ésa soy yo...
Soy un tesoro escondido.
Y quiero que me busquen, que me descubran, que me roben...
Doy un giro al timón.
Ya no sólo busco gente interesante, sino aquellos a quienes yo les pueda interesar.

