¿Qué buscamos en la vida? ¿La felicidad?¿La inmortalidad?...
Es posible que, en último término, el hombre busque la inmortalidad. Ésta puede lograrse mediante la descendencia, o bien a través de la fama. La teoría platónica puede resultar cierta, a juzgar por lo que veo día a día. Después de todo, éstas son las vías más comunes en la incansable búsqueda de la utópica felicidad.
Miro a mi alrededor y me pregunto: ¿Por qué ellos son felices? Por este defecto (o virtud) característico de la mente humana de intentar buscar las causas de lo injustificable, modificando quizás en el proceso la inmaculada realidad absoluta, intento aplicar la ley de la causalidad a esa insípida felicidad que parece rodearme. Hay quien es feliz encontrando su alma gemela, teniendo hijitos y formando una familia (vía nº1 para conseguir la inmortalidad: la descendencia). Otros, son inmensamente felices en su trabjo, en sus estudios, labrándose exitosas carreras profesionales, investigando, contribuyendo al desarrollo científico, creando ...(vía nº2 para la inmortalidad: la fama). La fama también engloba los amigos, la vida social... ser admirado, ser querido, ser respetado, ser amado... Vencer el inevitable olvido, permaneciendo inmortal en la memoria de los seres que nos quisieron; aunque ellos también se desvanecerán (tanto los recuerdos, como sus guardianes). Pero quizás antes de desaparecer pasarán esas memorias a su descendencia, cerrando el círculo, alcanzando así el espejismo de la inmortalidad. Vencer al tiempo, vencer a la muerte, vencer al olvido, vencer... siempre vencer; negar que sólo vivimos una vez. Lo que sólo ocurre una vez es como si no ocurriera nunca. "Si el hombre sólo puede vivir una vida es como si no viviera en absoluto."
La fama es la piedra filosofal que nos concederá la inmortalidad, y la forma más pura de alcanzarla es en la belleza. Crear belleza, o símplemente encontrarla; dejarse arropar por ella, sucumbir ante ella, aspirarla, olerla, sentirla... Buscamos la belleza: procrear en ella, rodearnos de ella... Nada hay absoluto, y por ello cada uno puede encontrar la belleza en diferentes encarnaciones... En una persona, en un ideal, en un recuerdo... en una sombra.
Yo no creo en estas vías para la felicidad, aunque a menudo me sorprendo amando la belleza en abstracto, deleitándome en su dulzura: sin finalidad, sin que forme parte de un maquinado plan que pervierta su inmaculada pureza.
No busco la fama: magnéticamente atractiva, deslumbrantemente bella...pero efímera y maquiavélica. No actúo para el público general, tampoco para un público reducido... soy de los que viven para un público imaginario, formado por aquellos que ni siquiera conocen mis obras... que ni siquiera existen, o que gozaron de una existencia agridulce, embriagadora pero traicionera... que un día se extinguieron, cual inimitables seres fantásticos cuyo tiempo ya pasó, y no volverá.
Esto me convierte en una romántica. Una romántica errante que viaja por un mundo que no es el suyo; flotando expatriada dentro de su pompa de jabón. Una fragilísima pompa que a veces es brutalmente sacudida, a veces vuela veloz, ajena al cruel exterior, y otras se ralentiza, se ancla... pero vuelve ingrávida a surcar los mares del mundo.
Viviré en mi pompa de jabón, disfrutando de su autárquica belleza. Dejádmela, respetad mi deseo, no la quebréis...
Si la conseguí, os la regalo: no la pedí.
Nunca perseguí la gloria.
1 comentario:
Felicitaciones.
No se si somos almas gemelas, màs he escrito igual que tù es como que hubieses copiado mi sentir que lo deje plasmado ya.
Me inclino y te reverencio eres increiblemente sensitiv@, que agradable es leer algo digno.
Arual.
Publicar un comentario