"He estado pensando en lo de la fama y la inmortalidad: yo no creo que sea cierto. Si ya fuera inmortal, haría lo mismo que hago ahora; mi vida sería igual".
(Comentario que me hicieron acerca de la entrada "nunca perseguí la gloria")
Desde que nacemos, nuestra mente va adquieriendo conocimientos, nuestra personalidad cambia en función de las experiencias vividas, nuestra mente evoluciona dependiendo del entorno en el que nos encontramos... Creo que este aprendizaje es irreversible. Al igual que las cicatrices de las heridas profundas quedan marcadas en nuestra piel para siempre, también en la vida hay circunstancias que marcan la que será nuestra existencia desde aquel preciso instante. Estos golpes dejan igualmente cicatrices en nuestra alma, y ningún cirujano puede hacer que desaparezcan...
De igual forma que las experiencias vividas modifican nuestra personalidad, todo lo que aprendemos influye en nuestra posterior visión del mundo. Llamémosles prejuicios, aprendidos en la familia, en la escuela, en la sociedad...cada uno puede verse influido por distintos entornos...pero la conclusión es inevitable: nuestra mente perdió su virginidad. Ya nada hay de puro o inocente en nosotros. Hemos perdido la maravillosa sensación de sorpresa que experimentan los niños pequeños, y las artificiales ideas que nos han inculcado progresivamente a lo largo de nuestra vida pervierten nuestras observaciones.
El primer y devastador grillete con que es esposada nuestra razón es la existencia de un tiempo y un espacio sobre los cuales no gozamos de ningún privilegio o autoridad. Siempre modificarán nuestra percepción y nuestro poder sobre ellos es nulo. Yo no puedo imaginar, ni siquiera en lo más profundo de mi ser, cómo sería mi vida o qué haría yo en el hipotético caso de ser inmortal. Lamentablemente, la existencia de un tiempo finito para mí, y a la vez totalmente externo a mi persona es una realidad que llevo demasiados años contemplando impotente, y mi mente ha perdido la inocente pureza necesaria para osar imaginar la inmortalidad.
No invento nada. Ya Kant decía que tiempo y espacio son las formas que se imponen a nuestra razón: no podemos desprendernos de ellas. Modifican la realidad absoluta: nunca, jamás, la conoceremos.
"Un tiempo para cada cosa y cada cosa en su espacio.
Devuelve lo que se ha movido en el tiempo y en el espacio"
(Comentario que me hicieron acerca de la entrada "nunca perseguí la gloria")
Desde que nacemos, nuestra mente va adquieriendo conocimientos, nuestra personalidad cambia en función de las experiencias vividas, nuestra mente evoluciona dependiendo del entorno en el que nos encontramos... Creo que este aprendizaje es irreversible. Al igual que las cicatrices de las heridas profundas quedan marcadas en nuestra piel para siempre, también en la vida hay circunstancias que marcan la que será nuestra existencia desde aquel preciso instante. Estos golpes dejan igualmente cicatrices en nuestra alma, y ningún cirujano puede hacer que desaparezcan...
De igual forma que las experiencias vividas modifican nuestra personalidad, todo lo que aprendemos influye en nuestra posterior visión del mundo. Llamémosles prejuicios, aprendidos en la familia, en la escuela, en la sociedad...cada uno puede verse influido por distintos entornos...pero la conclusión es inevitable: nuestra mente perdió su virginidad. Ya nada hay de puro o inocente en nosotros. Hemos perdido la maravillosa sensación de sorpresa que experimentan los niños pequeños, y las artificiales ideas que nos han inculcado progresivamente a lo largo de nuestra vida pervierten nuestras observaciones.
El primer y devastador grillete con que es esposada nuestra razón es la existencia de un tiempo y un espacio sobre los cuales no gozamos de ningún privilegio o autoridad. Siempre modificarán nuestra percepción y nuestro poder sobre ellos es nulo. Yo no puedo imaginar, ni siquiera en lo más profundo de mi ser, cómo sería mi vida o qué haría yo en el hipotético caso de ser inmortal. Lamentablemente, la existencia de un tiempo finito para mí, y a la vez totalmente externo a mi persona es una realidad que llevo demasiados años contemplando impotente, y mi mente ha perdido la inocente pureza necesaria para osar imaginar la inmortalidad.
No invento nada. Ya Kant decía que tiempo y espacio son las formas que se imponen a nuestra razón: no podemos desprendernos de ellas. Modifican la realidad absoluta: nunca, jamás, la conoceremos.
"Un tiempo para cada cosa y cada cosa en su espacio.
Devuelve lo que se ha movido en el tiempo y en el espacio"
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