8 de febrero de 2008

¿Cómo subes tú las escaleras?



Me he dado cuenta de por qué no soy como las demás: es, por las escaleras.


Cuarto piso con entresuelo.
Abro el portal. A la izquierda el ascensor, a la derecha, las escaleras.
Un insignificante rectándulo luminoso me llama, incitándome a pulsarlo, intenta dominarme, me atrae su reclamo...
No llamo el asecensor. Subo las escaleras.


Cuarto piso con entresuelo.
Abro el portal. A la izquierda el ascensor, a la derecha, las escaleras.
El rectángulo luminoso indica esta vez, que el ascensor esta bajando. Puedo esperarlo; son sólo unos instantes y las puertas de la comodidad se abrirán ante mí...
No lo espero. Subo las escaleras. Desde el entresuelo oigo cómo, sólo unos metros más abajo, ha llegado el ascensor: la pereza inunda el rellano.


Cuarto piso con entresuelo.
Abro el portal. A la izquierda el ascensor, a la derecha las escaleras.
La tentación aumenta: el asecensor está ahí, en el bajo, esperándome, como si supiera que yo iba a entrar en aquel preciso instante, dispuesto a apostar más fuerte: quiere dominarme, quiere ganar esta vez nuestra particular guerra.... Veo su luz, a través del translúcido cristal su interior me reclama. Decido...
Le doy la espalda, vuelvo la vista. Subo las escaleras.

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Voy en el metro, hora punta.
Llegamos a nuestro destino. Se abren las pueras. Como el resto de la masa de viajeros, salgo del vagón y me dirijo a la salida.
A la izquierda, las escaleras mecánicas. El frente de esa onda que es la masa que se propaga hacia el exterior del metro está ya subiéndolas.
Nado a contracorriente, me escabullo de entre la masa. Me dirijo hacia el otro lado: Subo andando las escaleras.


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Definitivamente, es por las escaleras.

1 comentario:

Anatexia dijo...

En mi caso, el 50% de las veces subo las escaleras y el 50% restante, me lo paso arrepintiéndome mientras subo en el ascensor.

¡Qué ganas de quedar este fin de semana!