29 de julio de 2008

Viajes (II) CUADERNO




Estoy viajando sin mi cuaderno. Por eso, escribo en una hoja, arrugada, venida de la nada. Sacrilegio. Nunca más.

¿Qué soy yo sin mi infantil cuaderno escolar de tapas rojas?
Nada soy.
Un pintor sin pincel, un pianista si piano, un cantante sin voz.

Un alma errante, más errante sin él.

Nunca volveré a viajar sin mi cuaderno…

(Nos necesitamos. Mi tormento se vacía en sus páginas, que viven de mis ensueños)

De tapas rojas.

La inspiración llega sin avisar. En momentos como éste. Bajo un sol de plomo, arrastrando una maleta, cargando con una mochila. Sol imprevisto, sol de mí olvidado.
Cubro mi cabeza con un pañuelo. Mis rubios cabellos escapan de su prisión, se rebelan, me delatan. Me escondo del sol bajo ese pañuelo.

Y allí, sol abrasador sobre mi cabeza (miento, sobre mi pañuelo, “rebeldes mechones rubios escapando su prisión”), una llamada interrumpe mi ensueño.

Y allí, se decide en un instante mi futuro inmediato.

Sin tan siquiera llevar encima mi cuaderno…
De tapas rojas.

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